Por Gustave Massiah
En este análisis relativo al altermundialismo, los autores destacan, por una parte, las victorias de este movimiento que tiene apenas diez años y, por otra parte, los obstáculos que aún debe superar frente a los poseedores del capital que destruyen, casi diariamente, a los seres humanos y el planeta. Esta tribuna apareció en el diario francés L’Humanité el 21 de enero de 2007.
Diez años después de la aparición del altermundialismo, ¿en qué punto nos encontramos? Podemos atribuirnos dos victorias. La primera es haber roto el consenso sobre las instituciones internacionales bajo cuya férula estaban alineados los pueblos. Ya que, por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional, así como el Banco Mundial han visto que sus planes de ajuste estructural llevaban a la quiebra a los países más pobres. El mito de un G8 preocupado por el destino de la humanidad se ha desvanecido y ha dado paso a la defensa de los intereses sórdidos de los grandes grupos económicos y financieros cuyos jefes se reúnen en cónclave cada año en Davos.
La segunda victoria ha sido crear espacios donde los pueblos han tomado la palabra, donde los ciudadanos comprometidos han podido confrontar sus análisis y experiencias. En el foro social mundial, los foros sociales continentales y los foros sociales locales, nació una forma de expresión popular, original por la diversidad de participantes que implicaba, y anclada en la mejor tradición de la autogestión por la aspiración a la democracia participativa.
Por otra parte, los foros sociales deben ayudar a superar la dificultad de pasar de una fase de crítica del capitalismo neoliberal a una fase de propuestas alternativas. Estamos en ese punto: a un paso del altermundialismo. Tiene que mantener el carácter radical de su crítica al mismo tiempo que da, en torno a objetivos estratégicos, una coherencia a las alternativas en proceso de elaboración y mientras trabaja en la convergencia de los movimientos que éstas forjan.
Fuente: Europe solidaire sans frontieres