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Democratizar las fronteras

Fecha de creación

Lunes, Mayo 5, 1997 - 11:51

Las fronteras nacionales han constituido condiciones antidemocráticas de una democracia parcial, limitada, antireal, obtenida en el marco de algunos estados-nación. El autor ha prestado su atención a este problema, dibujando el transcurso que podría llevar de la actual violencia potencial mediante las fronteras, hacia la idea de una democratización de estas instituciones, sin la que cualquier proyecto para crear una nueva ciudadanía en Europa resultaría contradictorio e incompleto
¿Qué es una frontera? Esta interrogación vieja y nueva a la vez, no tiene una respuesta sencilla. En el caso de los estados modernos europeos, se observa la distancia conceptual, jurídica y técnica que separa a la frontera de una monarquía del siglo XV en la época de la fundación del así llamado equilibrio europeo, de la frontera comunitaria instituida por los tratados europeos, en primer lugar el de Roma, reforzado luego por las convenciones de Schengen y Dublín. Sabemos también que la frontera misma puede ser múltiple, no se entra o se sale de la misma forma con un pasaporte norteamericano o con un pasaporte de un país balcánico.

Según el autor, el desafío fundamental en cualquier proyecto de nueva ciudadanía en la era de na transnacionalización de la economía, de las comunicaciones y de la cultura, es el de proponer proyectos e iniciativas políticas para afrontar esta complejidad nueva y violenta, dado que cualquier tentativa de recrear un "Leviatán", una única autoridad central sacralizada por el derecho y armada con el monopolio de la violencia legítima, solamente ha producido su contrario: una anarquía generalizada a escala mundial.

Los diferentes tipos de instituciones de frontera han convertido a ésta en la condición de posibilidad de una multiplicidad de instituciones nacionales, ya que la frontera ha sido definida como una ficción simplificadora. La consecuencia de esta institución ha sido la contradicción siguiente: en el interior de las fronteras se podía conquistar un cierto grado de democracia, como resultado de luchas, movimientos, negociaciones, compromisos históricos. Pero las fronteras seguían siendo en sí mismas instituciones absolutamente antidemocráticas que escapaban de cualquier control colectivo, de cualquier práctica política, de cualquier forma de negociación.

Fuente: Rete Civica di Roma
_ www.romacivica.net


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