En la actualidad, cerca de seis millones de personas por día vuelan en aerolíneas comerciales alrededor del mundo. Haciendo un cálculo promedio de duración de vuelo de seis horas, se puede estimar que hay más de un millón y medio de personas en el aire permanentemente, lo que equivale prácticamente a una ciudad entera moviéndose alrededor de la Tierra todo el tiempo. Dado el creciente desarrollo y extensión de los medios tecnológicos actuales, es de prever que esto vaya en aumento.
Ello permite entender de algún modo que desde 1965 hasta la fecha la cantidad de migrantes internacionales se haya prácticamente triplicado, pasando de 75 millones a más de 215 millones de personas, lo que en conjunto podría constituir el quinto país más poblado del mundo. Más de la mitad de esos migrantes son mujeres. Por supuesto que no todos los migrantes viajan en avión y las cifras estadísticas de los movimientos migratorios son muy difíciles de obtener, puesto que miles o más bien millones de entre ellos circulan indocumentados. Pero las cifras de las Naciones Unidas indicaban en 2010 que había más de 16 millones de refugiados en el mundo, 26 millones de desplazados internos y por lo menos 30 millones de migrantes indocumentados o irregulares, cifra que por supuesto es muy aproximada.
Las migraciones son diversas: las hay en las fronteras de países limítrofes o cercanos (los latinos que migran de México y de América Central -especialmente de Guatemala- hacia EEUU, los magrebíes de Marruecos, Argelia y Túnez que migran principalmente a España, Italia y Francia); hay migraciones intercontinentales (por ejemplo, la de los trabajadores indios que van hasta los países de la península arábiga o los africanos subsaharianos que migran hacia Francia y Alemania o también los migrantes de Afganistán y Pakistán que atraviesan el continente asiático y europeo para intentar llegar a Inglaterra); pero también hay migraciones dentro de un mismo país (las más grandes de ellas son las de China, donde se estiman en más de 200 millones los migrantes de las regiones rurales y localidades pobres del Oeste que migran hacia las ciudades industriales y comerciales del Sur, principalmente Guangzhou y Shenzhen).
Las migraciones son un fenómeno constante en la historia. Existen desde los comienzos de la humanidad y ha habido migraciones masivas que durante milenios circularon desde Asia hacia Europa, como de África a Asia y luego al norte del continente americano y hacia el sur. Es un fenómeno recurrente e inevitable, que será cada vez más importante y que no podrá ser frenado con muros o con impedimentos jurídicos y policiales, ya que los migrantes han seguido, siguen y seguirán circulando.
Se pueden distinguir tres grandes causas de migración. En primer lugar las económicas, dadas las disparidades de ingresos y de bienestar material, que a veces son flagrantes en las zonas fronterizas (por ejemplo, las zonas pobres y áridas del norte de México en relación a las ciudades opulentas de EEUU, o bien los jóvenes subsaharianos o magrebíes deslumbrados por las posibilidades económicas que pueda representar Europa a pesar de la crisis actual). Hay también causas sociales y políticas -principalmente militares- y las guerras, en algunas regiones del mundo, son causa de migraciones tanto intercontinentales como en el seno de los mismos continentes. Hay millones de africanos que deben migrar y salir de sus poblados porque sus países están en guerra, entre vecinos, y desplazarse para salvar sus vidas. Eso sin contar las migraciones de las guerras en Irak y en Afganistán. Y hay una tercera razón, cada vez más importante, que es la que mueve a los migrantes ecológicos, que no se deben solamente a grandes inundaciones provocadas por los cambios climáticos sino también a disputas regionales por el agua y otros recursos de la naturaleza que provocan hambrunas masivas y sequías, obligando a las personas a buscar otros territorios de supervivencia.
Los migrantes son considerados como poblaciones que arrastran problemas y agravan los problemas económicos de las ciudades adonde llegan y de las economías adonde migran. Pero la verdad es que hay muchos análisis que han sido hechos y que muestran una contribución significativa de los migrantes al crecimiento económico del lugar de llegada. Varios indicadores demuestran, por ejemplo, que los latinos en EEUU han sido causa de crecimiento del PBI de ese país. Hay un indicador muy preciso que muestra las contribuciones de los migrantes, no sólo a los países de llegada sino también a los países de salida. El monto de las remesas enviadas por los migrantes a sus países de origen -solamente en dinero, porque no se puede hacer la estimación de los bienes y servicios remesados, que no pueden ser registrados- asciende a 450.000 millones de dólares, según las estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones. En India llegan a más de 27.000 millones de dólares, en China a 26.000 millones y en México a 25.000 millones, cifra que en este país sólo es superada por el ingreso del petróleo. En muchos países del Sur, como en Filipinas o Ecuador, la contribución financiera de los migrantes representa del 10 al 30% del total del PBI. En el año 2005 dichas remesas, sólo en Latinoamérica y el Caribe, alcanzaron más de 40.000 millones de dólares, cifra superior al total de las inversiones extranjeras en la región. Los migrantes son, por lo tanto, fuente de crecimiento en ambos países.
Pero además de activar estos mecanismos económicos, los migrantes son motores o portadores de transformaciones de la arquitectura de la gobernanza mundial. En primer lugar porque evidentemente interpelan las fronteras enmarcadas por los Estados nacionales. Luego, porque su presencia abre espacios y territorios nuevos en los sistemas políticos de los países adonde llegan. Esto es particularmente visible en el caso de la migración turca en Alemania y de los latinos en EEUU, que han llegado a ser la minoría más importante y determinante en los resultados electorales y en las elecciones presidenciales. En el fondo, al traspasar las fronteras –que en muchos casos se transforman en muros, como los que existen entre EEUU y México o los de Ceuta y Melilla en Marruecos en relación a España u otros muros, tanto físicos como militarizados- los migrantes están mostrando que los nuevos territorios de la gobernanza mundial tienen que ser transestatales o, por lo menos, que son necesarias otras configuraciones regionales de las instituciones públicas.
Y hay algo más profundo aún en lo que portan los migrantes: a pesar de ser perseguidos, humillados y vivir muchas veces en condiciones precarias y en muchos casos infrahumanas, ellos son portadores de nuevas ciudadanías, son biculturales, entre el país de partida y el país de llegada, y poco a poco van tornándose pluriculturales. En efecto, los migrantes conllevan múltiples pertenencias, que de no ser canalizadas positivamente pueden ser fuente de resentimientos, de guerras y tensiones muy fuertes. Nuevos racismos se generan, producto de las tensiones entre los migrantes -que se encierran en algunos casos en guetos- y los habitantes anteriores de los países donde ellos han migrado. Estos racismos y resentimientos pueden ser recíprocos y se agravan cuando se les suman posiciones de carácter religioso: cuando a todos los migrantes de los países árabes que llegan a Europa se los asimila con musulmanes integristas, cuando aparecen oposiciones entre judíos integristas, musulmanes integristas y católicos integristas, etc. En consecuencia, los desafíos que generan las migraciones en el terreno de la convivencia social son extremadamente importantes.
Pero, si tanto las sociedades receptoras como los migrantes mismos logran desarrollar una convivencia positiva y pacífica, aprovechando los valores que cada sector contiene (las maneras de comer, de bailar, de pensar, de vivir en general), las migraciones aparecen como oportunidades para superar el racismo y la xenofobia, concepciones que son expresión de atraso en la conciencia de la humanidad, y por el contrario, las relaciones fecundas entre migrantes y poblaciones locales pueden ser fuente de diversidad social, política y cultural enriqueciendo la sociedad en su conjunto. Desde allí se podría fortalecer entonces la cooperación y la solidaridad como pilares imprescindibles de una nueva gobernanza mundial justa y responsable Nuestra Patria debe ser el Universo. [1]
[1] Propuestas para la Migración en una nueva Gobernanza Mundial en el Siglo XXI. Ricardo Jiménez. Serie Cuadernos de Propuestas del Foro por una nueva Gobernanza Mundial. .