La idea del decrecimiento surge a principios de los años ’70, unos veinte años antes de la aparición del concepto de “desarrollo sustentable”. Se trata de una crítica radical al principio del aumento constante del ingreso global, en otras palabras, el crecimiento del PBI sobre el cual está fundado todo el orden económico actual.
Los argumentos centrales de esta crítica: todas las materias primas y todas las energías consumidas en la actualidad no estarán disponibles para las generaciones futuras. Por lo tanto, los países ricos deben consumir mucho menos con el fin de preservar duraderamente el bienestar sobre la Tierra. Ahora que se habla más que nunca de recalentamiento global, de escasez de hidrocarburos y de destrucción de la biodiversidad, la tesis del decrecimiento vuelve a encontrar adeptos luego de más de un cuarto de siglo de letargo. Aunque presente lagunas y algunas contradicciones, se trata de una idea que, para algunos, encarna la teoría económica que le viene faltando al movimiento altermundialista.
Unos 200 “objetores del crecimiento”, reunidos por miembros de la agrupación "Casseurs de pub" y de la revista "Silence", se reunieron en coloquio durante dos días en Lyón (Francia). Hablaron allí de conceptos tales como la “innovación frugal”, en el contexto rococó del Salón de honor del Palacio Municipal de Lyón, decorado con hojas de oro y símbolo de la opulencia de la capital de las Galias.
Fuente : Transfert
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