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Cuando los especialistas de la regulación mundial "apuestan" a las regiones...

Fecha de creación

Viernes, Diciembre 31, 2004 - 12:42

Después de unos veinte años de desregulación, parecería ser que estamos superando actualmente la era del neoliberalismo dogmático para entrar en una era de re-regulación. La oposición entre Estado y mercado, presupuesta por los neoliberales, cada vez es menos convincente. Esto no significa un retorno a la era del Estado-nación. Se está convergiendo en torno a la idea de que esta nueva regulación tendrá lugar también, e incluso más, a escala regional (las macrorregiones: NAFTA, Asia Oriental, EUROMED, etc.) que a escala mundial. Un verdadero entusiasmo regional invade incluso las distintas corrientes de análisis y las regiones son percibidas como los territorios óptimos, tanto para las transnacionales como para un retorno a la regulación pública.
Esta nota está basada en varios trabajos dedicados a la tesis “regional”, en el sentido de grandes conjuntos plurinacionales, y en la respuesta política al desafío de la mundialización de las empresas.

Hace algunos años el autor, Kimon Valaskakis, ex-embajador de Canadá en la OCDE, había propuesto tres tendencias sobre la prospectiva de la regulación pública planetaria:

- el mercado y las transnacionales deciden y desacreditan la regulación pública, tendencia nada atractiva pero presentada como la más factible;
- una gobernanza mundial, tendencia deseable pero poco probable;
- una gobernanza regional, es decir de grandes conjuntos de dimensión continental.

Por razones de factibilidad, el autor había preferido esta última opción. Entre sus razones figuraba “la preservación de los intereses de los productores y de las poblaciones frente a corrientes de intercambios mundiales, a falta de un término más aceptable que el de proteccionismo”. Según Valaskakis, esta autonomización “permitiría volver a ensamblar los espacios económicos y políticos que han sido separados por la mundialización”. Se trataría pues de una mundialización por etapas, donde la soberanía se transferiría gradualmente de los Estados-nación a esas organizaciones regionales, que luego negociarían acuerdos intercontinentales. “En lugar de negociar entre 200 Estados-nación, se reduciría el número de participantes a unos 10 grupos regionales”.

A esta opción regional se agrega el análisis del Consejo de Análisis Económico, según el cual si bien, por un lado, el modelo de los Clubes cada vez tiene menos aceptación, por otro lado la complejidad de los procesos de negociación acrecienta sus ventajas en términos de eficacia y "en la práctica es necesario que algunos países se entiendan primero entre ellos y busquen luego ampliar las bases de su acuerdo".

Otro argumento a favor de la regulación regional es la legitimidad democrática. Las instituciones globales están "lejos" de las poblaciones. No existe (¿todavía?) una sociedad civil internacional o una verdadera "comunidad internacional". Este déficit democrático puede ser corregido a escala regional, tal como lo demuestra el éxito –difícil pero real- del parlamento europeo, mientras que a escala global esto no puede hacerse. Ahora bien, desde el momento en que la mundialización deja de tener consenso, aparece la cuestión de la legitimidad democrática. Es la crítica que emite el politólogo francés Pierre Rosanvallon a propósito del déficit democrático de cualquier gobierno mundial cuando se toma en cuenta la “necesidad del sentimiento de pertenencia”. Sobre la base regional, entonces, la representación de los países, especialmente de los países pobres, podría tener lugar en las instancias mundiales.

Por último, la noción de "bienes públicos transnacionales", noción central para los analistas de la regulación internacional, se reproduce con variantes a escala regional. Por ejemplo: la contaminación de los mares, los derechos sociales (más comparables dentro de una misma área continental, puesto que planteados como norma absoluta a escala mundial pueden aparecer como una máquina de guerra de los occidentales aniquilando las ventajas comparativas de los países pobres), el patrimonio cultural, etc...

Fuente: Sitio web del Departamento de Geografía de la École Normale Supérieure (París, Francia)


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