Por Eric Toussaint
El Banco del Sur apunta fundamentalmente a: tender a romper la dependencia de los países periféricos con respecto al mercado financiero internacional; canalizar su propia capacidad de ahorro; detener la fuga de capitales; canalizar los recursos centrales hacia las prioridades de un desarrollo económico y social independiente; cambiar las prioridades de inversión, etc. Se trata de un banco público alternativo al Banco Interamericano de Desarrollo y al Banco Mundial.
El Banco del Sur puede otorgar créditos con o sin intereses y ayudas no reembolsables en forma de donaciones. El Banco se financiará principalmente con los aportes de los países miembros en forma de cuotas proporcionales y donaciones. También pueden preverse ganancias fiscales a través de impuestos regionales/internacionales.
Los destinatarios de los créditos y las donaciones prioritarias deben ser entidades públicas (Estado, provincia, municipalidad, empresas públicas de producción o de servicios). Por otra parte, hay que definir con discernimiento a los agentes privados que puedan recibir los créditos y donaciones del Banco, con el fin de que su actividad excluya la posibilidad de fortalecer al gran capital. La historia de los dos últimos siglos está plagada de bancos públicos y populares que han servido esencialmente a fortalecer la acumulación capitalista sin ningún beneficio real para el pueblo.
El Banco del Sur no puede disociarse de la situación del endeudamiento. Hay que evitar que la actividad del Banco sirva para mantener la gestión de la deuda pública en provecho del capital financiero.
Otro aspecto importante es la necesidad de un control popular y democrático que complemente las iniciativas de auditoría de la deuda. La participación activa de los parlamentos en el control de la actividad del Banco también debe ser estimulada.
Fuente: CADTM
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